Hay algo que duele más que sufrir por amor; no sufrir.
La explicación es muy simple: Tú amas, tú piensas, tú imaginas. Tú esperas esa caricia, ese abrazo, ese beso, un te quiero. Cuando te mira se acelera el pulso de tu corazón, tanto, que temes sentirlo estallar. Te toca, por equivocación, sin quererlo; y no lo sabe, pero en tus ojos ha nacido una nueva estrella...
Pero cuando no amas... Tú no imaginas, tú no piensas, no esperas una caricia, ni un abrazo, ni un beso, mucho menos un te quiero... Te mira, y tu permaneces indiferente, asientes, niegas, respiras, simplemente. No hay un corazón bombeando frenéticamente, no te sudan las palmas de las manos, ni en tus ojos nacen estrellas. ¿es triste? quizá. ¿es un acto masoquista preferir el sufrimiento por amor que la indiferencia ante éste? Quizá. Es sólo una palabra, que vuela en el aire, de boca en boca, de corazón a corazón. Es algo que duele, y se considera sin embargo bonito. Es la mayor paradoja sobre la que siempre se ha escrito.
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