domingo, 20 de noviembre de 2011

Ábreme la puerta, y déjame ser libre. Déjame entrar por tu ventana, como si fuera un cuerpo gaseoso, y acariciar tu piel. Deja que disfrute del olor de tus cabellos, que me escurra entre tus dedos y me demore en la suavidad de tus manos. Permíteme ser aire, en la inmensidad de tus pestañas, en la rugosidad que ensancha los pliegues de tu sonrisa; permíteme ser el vestido que rodee tu cuerpo desnudo, a la tenue luz de una vela que se consume paulatinamente, como tratando de no extinguirse definitivamente. 
Quisiera ser, si no, el agua que humedece tus labios en un leve trago, corriendo hacia tus comisuras, y poder perfilar tus labios. Disfrutar de tu sonrisa de satisfacción,poder saciar tu sed. 
Quiéreme, dame cuerpo y alma, y conviérteme en tu musa, esa que te arrope en las noches frías y te acaricie las mejillas con la yema de los dedos, en un suave roce inocente. Deja que atrape tus lágrimas cristalinas de soledad, y las funda con mi saliva, haciéndolas desaparecer. Bésame despacio, como si no existiera el tiempo, y la prisa y la preocupación fueran cosa de un mundo aparte, desconocido, alejado de un tu y yo para siempre... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario