martes, 29 de enero de 2013


Creí en el ayer como creí en mi misma cuando la voz no me falló para hablarte, cuando los labios no me temblaron al besarte. Creí en un nosotros, pensaba que estaríamos juntos mucho tiempo y que al haber cumplido, por ejemplo, nuestro primer aniversario, miraríamos atrás y observaríamos todas las batallas que habríamos librado, los miedos que habríamos superado, los celos que habríamos conseguido ignorar gracias a una confianza infinita que nos habría salvado del abismo. Pero todo fueron palabras adornadas, verdades maquilladas que no querías descubrir, y que sin embargo, una vez lejos, no tardaste en dar a conocer ya libre de cualquier temor. Ahora esta noche me cubre bajo el frío manto de estrellas, y el vaho de este invierno que no perdona me acompaña en mi lúgubre paseo. Es tan tangible el eco de tu voz como lo fueron las sábanas en su día arrugadas entre mis dedos, los cuales arañaban con sigilo el colchón, apretaban contra mis uñas el recuerdo de tus labios, de tu piel, de tus ojos... Camino sola y asustada, entre lágrimas rotas que no dicen nada, con paso firme pero lento, y rumbo a nada. Camino quizá a buscarte entre la gente, pero no hay gente más allá de mi mirada congelada. Camino a encontrarte de repente, como por casualidad, para que me expiques por que aún sabiendo que todo fue una farsa sigo amándote, y tu sigues tan presente en estas cartas que jamás te llegaré a mandar. Construí este, mi sendero, por el que camino ahora sin hablar, con esas, tus palabras, las que hirieron tras tu marcha...
Un sollozo arañando mi garganta lucha por hacerme gritar, pero mis ganas de guerra se marcharon con tu partida, las llevaste en tu maleta por si acaso no querías regresar a un lugar donde yo te esperaba como lo hacía siempre al saber que ibas a venir. Me gustaría, créeme, ver tu paso lento acercarse a mi portal con las manos enfundadas en una chaqueta que no hacía por abrigarte de la gelidez de la madrugada, y regalarte una vez más el calor de mi abrazo para que entraras en casa, para abrazarte en mi sofá y besarnos hasta desgastar la saliva y los labios, el tiempo y el sueño, para olvidarnos nuevamente de lo demás. Cuánto añoran ahora mis mejillas tus caricias, y cuánto desean ahora mis brazos verse rodeados por los tuyos, en esos achuchones que me dabas cuando sin preguntarlo sabías que eran tuyos. Pienso, aquí y ahora "abrázame fuerte, y no me sueltes nunca", pienso esto porque no quise a ninguno como a ti, aunque tú creyeras lo contrario. Ojalá pudiera hacértelo saber, pero quizá sería inútil. Este dolor que me consume apagaré en la tinta de este bolígrafo que hoy se cansa de escribir sobre una herida tan sincera como la que no llegué a conocer antes de tí. 

martes, 15 de enero de 2013

Perdona por mi cariño y mi paciencia, por creer en ti cuando hubo que elegir, y por no querer cambiarte. Perdona por gustarme, por ser para mi el más guapo entre los más guapos. Te abres camino hacia un fondo que nadie supo ver, y te temo por ello, por el daño que puedas hacer al descubrir mi debilidad, por enamorarme poco a poco y al final irte sin mirar atrás.
Perdona si te busco de noche entre mis sábanas, si espero cada día una llamada o un mensaje, algo que demuestre lo que no es cierto, algo que diga "estoy pensando en ti".
Joder, te echo de menos, nunca de más cuando te tengo a mi lado, cuando me acaricias entre tus brazos y... Cuando encuentro la paz, en ti, la música que amansa la fiera que nace en mi. Supongo que te necesito, cuando quiero estar tranquila. Me paralizas, me das equilibrio, es algo que nadie consiguió en mi vida.

domingo, 13 de enero de 2013

Estabas ahí, en frente, y te movías con gracia para apagar la luz que a ambos nos incordiaba en un momento tan delicado y, si cabe decir, tan embarazoso al ser de los primeros. Reías cuando yo hablaba, un hecho que no sabría explicar, pues nada gracioso dije en ningún momento pero tú parecías divertirte cantidad. Riamos, entonces, incluso al recordar. Pues bien, te sentaste, o mejor dicho,descansaste tu largo cuerpo sobre el colchón, y empezaste a decir cosas que ahora no alcanzo a recordar. 
Creo que fue ese "ven, ven aquí" lo que hizo que me empezaras a gustar. Quizá, y esto ya lo verás, es una de mis palabras favoritas en todo mi vocabulario. Pues, quizá nunca llegue a verte como algo más que una forma bonita de pasar el rato, divertida, amena, de aprender. Aprender sobre ti, sobre mi, sobre las cosas de la vida, o, quizá, no aprender. Quizá algún día seas una de las personas más importantes que haya pasado por mi experiencia, quizá incluso te conviertas en un amor imposible, posible, probable, o irremediable. Quién sabe lo que pueda pasar. Centrémonos en el presente, porque... hoy estás aquí ¿verdad? A ratos, a  traspiés, ahora si, y ahora no, te veo una vez a la semana, o puede que dos... Pero estás, que es la cuestión. Así que si estás, disfrutemos el presente, que el pasado me pesa y el futuro me atormenta, eso dicen, aunque yo los veo como experiencia y meta, respectivamente. Lo más seguro hoy por hoy es que nunca lleguemos a pasear de la mano por las calles de esta ciudad medio muerta, con ganas de más, con ansia de crecer, que se estanca en los años cincuenta y no pasa del ayer. Es lo más seguro, pero no es lo seguro. Dejemos esa incógnita en el aire, para que los días de roce, que hace el cariño, decidan qué pasará, qué será de nosotros. No te asustes si lees esto. Soy una persona reflexiva, ya te dije que era inteligente, y ahora puedes entender por qué. Si estás repasando esta carta a conciencia verás que nunca puede llegarse a saber todo de una persona ni en su más exacta intimidad, porque esto ni te lo esperabas ¿no? Aquí estoy, donde ni siquiera se si me encontrarás, donde dudo que vengas a buscarme, escribiendo algo que salió de mi cabeza una mañana de domingo en la que no tenía nada más que hacer, a excepción de traducir mis textos de latín, estudiar historia, ducharme, pasear... o quién sabe que mil cosas más tengo anotadas en la agenda, pero no tengo nada más que hacer... A lo que iba, no te asustes, y menos si te dijera algún día amor, cielo, cariño, o todas esas cosas que podría llegar a pensar. Aunque, sinceramente, tienes un nombre precioso, por lo que no me vería en la necesidad de cambiarlo por cursiladas que quizá nunca casen con tu estilo. Perdóname, soy una cabeza loca, una despistada, y de nuevo me he ido de tema... No te asustes si lo hiciera, no te asustes si de pronto incluso te quisiera, porque hay maneras de querer, y hay maneras de pensar en una persona, no necesariamente amor, mas seguramente sería ese el modo en que lo hiciera, pero aún y con todo  no te asustes. 
Se que quizá jamás leerás esta carta, a menos que me atreva y te diga que existen unas cuantas líneas para ti, unas cuantas o quizá más, que no creo que nadie vaya a leer, dada su extensión. Tampoco es que me importe, esto es algo para mí, necesitaba decírtelo pero sin hablar, necesitaba creer que lo sabías, sin habértelo dado a conocer. Es una carta de amor, para alguien a quien quizá nunca llegue a amar. 
Quisiera agradecerte que estés ahí de este modo en el que nunca pensé que quisieras estar, siempre fuiste entre todos los demás mi "ojito derecho". No te rías, se que no lo entiendes, pero te lo voy a explicar. Te defendí a capa y espada, casi, cada vez que hubo que dudar, y no por quererte, sino porque confiaba en ti, aunque a lo mejor sea un error y no debiera hacerlo. No solía concederte el beneficio de la duda, sino el de "inocente hasta que se demuestre lo contrario" y eso que tu de inocente poco tienes. No se si para bien o para mal, hoy pienso sobre ti, sobre lo que hay más allá de tu delicada piel, de tus ojos oscuros y esa sonrisa de "qué más da". Espero algún día llegar a saber más de ti, desnudarte la piel y descubrir tu alma, pues la primera ya la conozco, y por ello quiero también agradecerte. Si me dejaras.... si me dieras un momento, te enseñaría lo que puede hacer un querer sincero, fuera de utilidad, de necesidad o de llegarte a cambiar. Creo que no me dejarás ser esa llave que te abra la puerta a la posible felicidad que quizá un día descubriste y a la que te obligaron a renunciar, pero si me dejaras... Descubriríamos qué podría pasar.

domingo, 6 de enero de 2013

Secretos a la luz de la tenue llama
prendida en el gas de un mechero
se consumen entre nuestros cuerpos
sin sentir cuánto te quiero.
Ni el tiempo ni las ganas de tenerte
presencia hicieron
ni el alma, ni el corazón, ni la piel,
temen si te perdieron.
Quedaron cicatrices como señas
de esta efímera e insana posesión
para recordarme que fuiste,
de pronto y sin avisar, obsesión.
Se va en el humo de tu cigarro
este cuerpo que grita en vano
y la inocencia que no tuve
hoy la regalo a tu piel bajo mi mano.
Por más tormento que me acuse
en esta noche gris y triste
jamás por ti lloraré, pues nunca te sentí,
y por eso nunca te fuiste.

miércoles, 2 de enero de 2013

Que prohibidos eran sus besos, sabías
y del veneno que sus labios contenían.
Pero aun así pequeña masoquista
aceptaste con un si rotundo
con una amplia y sincera sonrisa
y te alejaste en sus brazos del mundo.
Qué bien te supo su boca, en el pecado
qué dulce el amor que te brindaba
y sincero el calor que te daba su regazo.
Fue efímero durante horas el amor
basado en recuerdos, en preguntas,
qué tierno calmar con tus manos su dolor
dejando a un lado todas las dudas.
Su olor había cambiado, era nuevo
los dedos de sus manos agarrando,
jugando, con fuerza entre tu pelo,
era él, pecado que te estaba salvando.
El cuerpo te temblaba, puro nervio;
entre las suyas tus piernas delatadoras
no cesaban su movimiento, y en silencio
acariciabas su torso, a palabras rotas.