Los versos que no escribí, hoy callan para ti. Sobre este papel banco que arrugo entre las manos, como el dolor de recordar que te perdí, como las ganas de salir afuera y gritar, como las lágrimas que un pasado derrama, porque no sabe perdonar. Mecánicamente, acostumbrada a este pesar, me dedico a escribir las palabras que en mi mente luchan por hacerse oír, que buscan salir, que quieren recibir vida fuera de mi.
"No le dejes marchar", me dicta mi corazón, pero es tarde ya para callar a la razón, a esta mente que te condena a desaparecer, a esfumarte de mi vida, cual águila que ha hurgado en su presa toda carne que le sirva de comida. No obstante, y por más que duela, puedo reconocer que la costumbre se ha posado en mi, que echarte de mi vida ahora es fácil, porque no espero ya nada de ti.
Trepando por tus caderas con los dedos, me enganché en tu cintura, y escalando por tu espalda encontré, tras los secretos de tu oído, todos tus miedos.
martes, 18 de diciembre de 2012
Era un pequeño ángel.
Aquel pequeño ángel del que tanto oyeron hablar,
aquel hada diminuta que daba vida a los demás,
se fue de este mundo una vez para no regresar
y efectivamente, aunque rogamos, no volvió jamás.
Hoy, tras varios meses, lágrimas derramamos
puesto que es nada más que su 17 cumpleaños.
la echamos todos de menos en este mundo,
porque ella dejó un hueco en cada corazón
un hueco, sinceramente, demasiado profundo.
Pese a que no podemos traerla de vuelta
del alma no sacamos ya el deseo desesperado
de tenerla aquí, a nuestra vera, a nuestro lado,
esperando, ilusos, que entre por alguna puerta.
Pero es tarde y el tiempo no quiere pararse
continúa en su tarea de avanzar tras el tic tac
de nada sirve, comprendemos, desesperarse,
sino, más bien, recordarla debemos igual.
Quien quiera que llore, o que le sonría
quien necesite gritar que lo haga,
para todo esto hoy es buen día,
pues el dolor no hay quien lo deshaga.
jueves, 6 de diciembre de 2012
Amor Insano
No sé dónde están el bien y el mal,
he perdido el rumbo, he perdido la conciencia.
He perdido hasta la dignidad.
Me hallo entre los pliegues de tu cuerpo
entre los dedos largos de tus manos.
Me tienes atrapada, no puedo escapar.
Quiero huir y olvidar todo aquello que prometí,
quiero dejar de ser fiel a lo que juré por ti.
Mas remordimientos aún me quedan
y éstos no cesan de su acecho,
pese a este amor que desvanecido
se ha de mi pecho.
Cada intento de alejarte se vuelve más inútil
confundes mis ideas, se merma mi frialdad,
no puedo escapar de tu amor fútil.
Si algún día fui hielo, me derrito hoy
en tu piel, en tu amenazante fuego.
Aléjame de ti, aléjate tú sin hablar,
no llores, pues me quiero escapar.
Persiguiendo hasta mis sueños,
eres Lucifer,
rompiendo a pedazos cada rincón
de mi ser.
he perdido el rumbo, he perdido la conciencia.
He perdido hasta la dignidad.
Me hallo entre los pliegues de tu cuerpo
entre los dedos largos de tus manos.
Me tienes atrapada, no puedo escapar.
Quiero huir y olvidar todo aquello que prometí,
quiero dejar de ser fiel a lo que juré por ti.
Mas remordimientos aún me quedan
y éstos no cesan de su acecho,
pese a este amor que desvanecido
se ha de mi pecho.
Cada intento de alejarte se vuelve más inútil
confundes mis ideas, se merma mi frialdad,
no puedo escapar de tu amor fútil.
Si algún día fui hielo, me derrito hoy
en tu piel, en tu amenazante fuego.
Aléjame de ti, aléjate tú sin hablar,
no llores, pues me quiero escapar.
Persiguiendo hasta mis sueños,
eres Lucifer,
rompiendo a pedazos cada rincón
de mi ser.
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Una canción de amor.
Eres como esa canción de amor que escucho de vez en cuando con la que no me identifico, pero que sin embargo me gusta. Está ahí para enamorarme, pero sin ser mía, para hablar sin decirme nada, para sonar en mi reproductor con el volumen bajo, como con miedo a ser oída, a que alguien sepa que me cantas.
No explotas sobre las teclas de un piano, o de un saxofón; no rompes contra las cuerdas de una guitarra, o de un violín; ni resquebrajas el sonido arremetiendo contra los platos de una batería. Eres esa suave melodía que oigo de fondo, que me hace cerrar los ojos y no pensar en mi.
No explotas sobre las teclas de un piano, o de un saxofón; no rompes contra las cuerdas de una guitarra, o de un violín; ni resquebrajas el sonido arremetiendo contra los platos de una batería. Eres esa suave melodía que oigo de fondo, que me hace cerrar los ojos y no pensar en mi.
martes, 4 de diciembre de 2012
Aquel lugar que no quisimos recordar.
Solía creer, durante el tiempo de mi felicidad insólita, que aquello duraba para siempre, y que esos eran la clase de recuerdos que nunca iba a querer olvidar, los que contigo construía. Pensé que caminar sobre la arena o sobre las piedras no importaba mientras fuéramos de la mano, y que más tarde las heridas de mis pies no me dolerían, porque el amor las habría amortizado. Falso. Inocente de mi, me hice a la idea de que aquel lugar siempre me gustaría, ahí donde nos solíamos encontrar, que jamás guardaría rencor a nuestra canción, que nunca iba a apretar los dientes al oír tu nombre, por muy lejos que estuvieras algún día de mi vida. Falso. El amor es un flujo permanente de dolor y de alegría; es una noria, ahora estás arriba, pero dentro de un rato terminarás por descender de nuevo, rápido, temblorosa, con el viento arremetiendo contra tu piel. ¿y qué? No importa, para ello está la vida, esa lucha perenne de bueno y malo, ese enfrentamiento de contrarios, ese pedalear constantemente para encontrar una salida. Bien, pues para durante unos minutos aquí, dejando de pedalear, y fíjate un instante en lo que hay a tu alrededor. Y a mi alrededor hay, contiguamente, pasado, presente, y futuro. Futuro esperanzador, futuro que atormenta, que me empuja a seguir con ansias adelante, y que a veces me frena. Presente, ríe, llora, ama, sufre, disfruta; están pasando los minutos y no te das cuenta de que estás madurando, cual fruta a punto de caer de un árbol. Pasado... Aquel lugar que no quisimos recordar, en mi mente, ese rostro que en mi cabeza, ahora inerte, lucha por hacerme reír. Mientras tu te alejas yo grito "¡No te vayas!" pero es tarde para amar y esta noche nos separa.Te vas sin volver sobre tu espalda, y no me queda nada.

De nuevo el frío en mi cama, lucha codo a codo con mi calma, para vencer este desvelo que me atormenta y me aclama. Logro vencer en esta batalla, mas mi alma ya no calla, porque sabe que el pasado es una llave que abre cualquier herida, que enlaza una cicatriz con otra y acaba por romperme la vida.
No puedo, arráncame de mi cuerpo, es de nuevo ese lugar que no quisimos recordar. Es mi miedo quien se cuela por mi ventana, y aquí, en la intimidad de mi cama, la que comparte conmigo cada mañana, me amenaza con transportarme hasta ti, hasta donde pueda verte. Me arrastra como la marea arrastra los restos de un naufragio, y me lleva hasta el inmenso mundo de felicidad que es tu habitación, donde duermes, donde tú si puedes respirar. Donde a tu lado alguien arropa tu cuerpo, bajo una manta que os resguarda a ambos del frío, alguien que curó tu corazón muerto.
Se que perdí; se qué perdí.
No puedo, arráncame de mi cuerpo, es de nuevo ese lugar que no quisimos recordar. Es mi miedo quien se cuela por mi ventana, y aquí, en la intimidad de mi cama, la que comparte conmigo cada mañana, me amenaza con transportarme hasta ti, hasta donde pueda verte. Me arrastra como la marea arrastra los restos de un naufragio, y me lleva hasta el inmenso mundo de felicidad que es tu habitación, donde duermes, donde tú si puedes respirar. Donde a tu lado alguien arropa tu cuerpo, bajo una manta que os resguarda a ambos del frío, alguien que curó tu corazón muerto.
Se que perdí; se qué perdí.
lunes, 24 de septiembre de 2012
"My eternal Beloved"
Podáis entenderme, o no, ese amor fue creado para nosotros. Se escondía tras el vaho de los cristales, bajo los puentes agrietados en caminos de piedras, en casetas abandonadas en medio de un bosque lejano. Caminase a donde caminase, me perseguía, por más que intentaba huir de ello. Algunos me llamaban estúpida, otros me llamaban valiente, por escapar de un destino al que llamábamos "ni contigo, ni sin ti". Y era, aunque no podáis imaginarlo, exactamente eso; "ni con él, ni sin él" con él porque me mataban los celos, del aire, de las miradas ajenas, de los kilómetros, de sus noches en vela después de haberme ido yo a dormir... y sin él porque moría, moría de soledad, de tristeza, de necesidad de sus caricias, de ansias de tenerle, hambre de sus besos...
Era, exactamente un "ni contigo, ni sin ti" al que no encontrábamos remedio, un "ni contigo, ni sin ti" del que me cansé demasiado pronto, o demasiado tarde, ya no lo se.
Busqué su aroma en otro cuerpo, imaginé que eran suyas las caricias que venían de otras manos, puse fecha a un día en el que, pensando que él estaba entre mis labios, había otro que jamás debería haberlos deseado. Cerraba los ojos, atrapada entre dos piernas que no conocían tan bien mi silueta, como aquellas que mis muslos apretaban en la lejanía, sin poder si quiera rozarlos. Enredaba sus dedos en mi pelo, y yo, por un rato, dejé volar mi aliento creador, mi yo imaginativo, y lo traje de vuelta conmigo, en un cuerpo que no se asemejaba para nada a la perfección de este por el que escribo. Me enzarcé en una batalla campal de lengua contra lengua, de labios presionando otros labios, flujos salivales bailando en nuestras bocas. Su mano se apresuró a bajar por mi cintura, metiéndose entre mis piernas, y qué dulce gloria en el éxtasis de mi memoria, mientras pensaba que no era él, sino la razón de mi existencia, quien tocaba con arte una parte de mi cuerpo que era solo suya, y de más nadie.
Mas después de las equivocaciones se pagan las consecuencias, y yo tuve que abrir los ojos. Maldita la hora en la que vieron la luz mis párpados, maldito el momento en el que quise llorar por hallar mi cuerpo atrapado en un placer que no tenía razón de ser, por no ser él quien me lo otorgaba.
Olvidando el capítulo, salté de aquella fría cama, que por fría que fuera, era la mía, y corrí en su búsqueda, mirando a lado y lado de mi habitación, pensando que quizá lo había visto. En un segundo se me paró el corazón, le sentí cerca, oí su respiración. Un hecho fantasmal, un aire de otro color, un olor, una brisa... Una lágrima que caía al suelo desde ninguna parte. Y una daga en ese instante, atravesando mi contrito corazón frente a alguien que, en mi cama, me miraba con orgullo de varón.
Distancia, me pedía el cuerpo, acercamiento mi razón, y durante cinco días y cuatro noches, las que siguieron a aquella, en un vaivén de sensaciones no supe lo que era mejor. Pero llego el momento, el que tanto ansiaba por una parte, y por otra me colmaba de amargura. Había encontrado sus caricias, pero en mi más plena locura, y atándome de nuevo a la cordura le miré, aquella última noche de nuestro último beso en los labios, y susurré "quizá estaríamos mejor siendo amigos". Y aquello puso fin a mi aberración, aquello tatuó en mi pecho el nombre de mi único amor, mientras, caminando de vuelta a mi oscura habitación, pensaba en su piel y susurraba "my eternal beloved".
Era, exactamente un "ni contigo, ni sin ti" al que no encontrábamos remedio, un "ni contigo, ni sin ti" del que me cansé demasiado pronto, o demasiado tarde, ya no lo se.
Busqué su aroma en otro cuerpo, imaginé que eran suyas las caricias que venían de otras manos, puse fecha a un día en el que, pensando que él estaba entre mis labios, había otro que jamás debería haberlos deseado. Cerraba los ojos, atrapada entre dos piernas que no conocían tan bien mi silueta, como aquellas que mis muslos apretaban en la lejanía, sin poder si quiera rozarlos. Enredaba sus dedos en mi pelo, y yo, por un rato, dejé volar mi aliento creador, mi yo imaginativo, y lo traje de vuelta conmigo, en un cuerpo que no se asemejaba para nada a la perfección de este por el que escribo. Me enzarcé en una batalla campal de lengua contra lengua, de labios presionando otros labios, flujos salivales bailando en nuestras bocas. Su mano se apresuró a bajar por mi cintura, metiéndose entre mis piernas, y qué dulce gloria en el éxtasis de mi memoria, mientras pensaba que no era él, sino la razón de mi existencia, quien tocaba con arte una parte de mi cuerpo que era solo suya, y de más nadie.
Mas después de las equivocaciones se pagan las consecuencias, y yo tuve que abrir los ojos. Maldita la hora en la que vieron la luz mis párpados, maldito el momento en el que quise llorar por hallar mi cuerpo atrapado en un placer que no tenía razón de ser, por no ser él quien me lo otorgaba.
Olvidando el capítulo, salté de aquella fría cama, que por fría que fuera, era la mía, y corrí en su búsqueda, mirando a lado y lado de mi habitación, pensando que quizá lo había visto. En un segundo se me paró el corazón, le sentí cerca, oí su respiración. Un hecho fantasmal, un aire de otro color, un olor, una brisa... Una lágrima que caía al suelo desde ninguna parte. Y una daga en ese instante, atravesando mi contrito corazón frente a alguien que, en mi cama, me miraba con orgullo de varón.
Distancia, me pedía el cuerpo, acercamiento mi razón, y durante cinco días y cuatro noches, las que siguieron a aquella, en un vaivén de sensaciones no supe lo que era mejor. Pero llego el momento, el que tanto ansiaba por una parte, y por otra me colmaba de amargura. Había encontrado sus caricias, pero en mi más plena locura, y atándome de nuevo a la cordura le miré, aquella última noche de nuestro último beso en los labios, y susurré "quizá estaríamos mejor siendo amigos". Y aquello puso fin a mi aberración, aquello tatuó en mi pecho el nombre de mi único amor, mientras, caminando de vuelta a mi oscura habitación, pensaba en su piel y susurraba "my eternal beloved".
sábado, 25 de agosto de 2012
No estuviste entre mis brazos,
no pude besar tus labios.
No corrimos esa suerte de varios
no tuvimos oportunidad de amarnos.
El miedo pudo con tus ganas locas
sufrir conmigo como hiciste con otras,
no te imploré, no te rogué, no te lo pedí
como dijiste que hicieron otras, te oí.
Quise respetar tu deseo de salvarte
quise... sin acariciar tu cuerpo, amarte.
En silencio, en secreto, en la mejor penumbra
que seas algún día la luz que hoy no alumbra,
tenme en tus manos, toma de mi cuerpo
esto es todo lo que desesperada ofrezco.
Sinceramente, sabiendo que lo digo en vano,
quisiera que venciéramos juntos lo malo
contar contigo, que cuentes conmigo
sin condiciones, tal como te lo digo.
Mas tú temes de nuevo agrietar tu corazón
y dejas a su suerte, el amor, en poder de la razón.
no pude besar tus labios.
No corrimos esa suerte de varios
no tuvimos oportunidad de amarnos.
El miedo pudo con tus ganas locas
sufrir conmigo como hiciste con otras,
no te imploré, no te rogué, no te lo pedí
como dijiste que hicieron otras, te oí.
Quise respetar tu deseo de salvarte
quise... sin acariciar tu cuerpo, amarte.
En silencio, en secreto, en la mejor penumbra
que seas algún día la luz que hoy no alumbra,
tenme en tus manos, toma de mi cuerpo
esto es todo lo que desesperada ofrezco.
Sinceramente, sabiendo que lo digo en vano,
quisiera que venciéramos juntos lo malo
contar contigo, que cuentes conmigo
sin condiciones, tal como te lo digo.
Mas tú temes de nuevo agrietar tu corazón
y dejas a su suerte, el amor, en poder de la razón.
domingo, 19 de agosto de 2012
Te hacías la dormida
Entré despacio, de puntillas, todo lo sigilosamente de lo
que fui capaz, para no despertarte. Ya sabía que te hacías la dormida, nos
gustaba fingir que te escondías bajo las sábanas y me asustabas al percatarte
de que estaba a tu lado. Reíste como si no hubiera mañana, porque para
ti nada más importaba, a tus tres años. Entonces me abrazaste y nos dimos
infinidad de besos, mientras te hacía cosquillas tumbada en mi cama. Quién iba
a decirme que aquellos últimos días de verano se llevarían con las risas y los
abrazos tu cuerpo menudito, y su importancia incalculable en mi vida. Como de
la noche a la mañana desaparecía una tableta de chocolate en esa casa; así
desapareciste tú, dejando a tu marcha innumerables enfados, decepciones y dolor,
mucho dolor. No sabes lo que significaba despertarse a las nueve de la mañana,
y no a las siete y media con tus gritos, con tus travesuras, tu cariño, tu
infancia… Poder estudiar con los apuntes
sobre la mesa sin que tú los rayaras con un rotulador tras haber discutido a
grito pelado por hacerte con él.
Me levantó la abuela, puesto que yo había apagado las
alarmas del despertador y seguía durmiendo. Hacía calor, siempre lo hacía en
esa casa, aunque era otoño. ¡Ya era otoño, Luna! La calle estaba cubierta por montones de
hojas marrones, rojas y amarillas, esas que tanto nos gustaba pisar y sentir el
“crash, crash” al romperlas bajo nuestros pies. Bostecé desperezándome,
estirando los brazos, al tiempo que arqueaba la columna. Había ropa tendida al
lado de la ventana, la cual estaba empañada por el vaho matutino. Todo estaba
en silencio, pero me negué a creerlo. Busqué tus ojitos adormecidos en todos
los rincones, esas dos diminutas lucecitas que iluminaban mi despertar. Agucé
el oído, tratando de escuchar una disputa a la hora del desayuno, pues raro era
el día que no hacías enfadar a tu madre rechazando la taza de leche con sus
correspondientes cereales. Yo sabía que lo único que te gustaba de las bolitas
con miel era el anuncio con las abejas bailando y moviendo sus alas al ritmo de
la música, “mielpops es ñam ñam ñam…”, pero eras solo una niña, a todos nos encantaba
malcriarte…
Sonrío de lado, con
cierta amargura hacia esos recuerdos, haciendo una caricatura de la nostalgia, de
un resquicio del dolor que mi orgullo no me ha permitido mostrar abiertamente. Mamá, es decir, tu abuela, me hablaba en lo
que parecía un murmuro o una marcha fúnebre; su voz también se había apagado al
perderte. La miré mientras tendía la ropa al lado de la ventana, donde en el
lugar de una cama, ahora había un tendedero; cambios que habíamos hecho para
adecuar la habitación en la que antes éramos cuatro, nosotras tres y tu madre,
a un espacio que ahora se volvía inmenso al quedar solo dos… Me levanté para
desayunar, con las mismas ganas que se habían establecido en mí desde tu
partida: ganas nulas. El café, las madalenas, ir a la ducha y estudiar, recoger
la habitación y… No, ya no tenía que ir a esperarte en la puerta de tu clase a
las doce del medio día con el paraguas en la mano, porque llovía. O quizá era
un espejismo, una emergencia de mi subconsciente, que alertaba sobre mi estado
anímico a fin de que decidiera ponerle remedio a la constante nube negra que
llovía sobre mi cabeza incluso en los días más soleados.
Pasó un mes, y
después otro, y otro más, y ni la soledad de aquella casa ni el frío de mi
habitación se llenaban con una de tus risas infantiles. Tuvimos que hacernos a
la idea de que no ibas a volver, aunque siguieras diciendo que aquel era tu
hogar, que nosotros éramos tu familia; y cuánta razón tenías, pequeña, pero
nadie te oía, o nadie quería oírte.
Era una de esas mañanas en que la abuela y yo veníamos de
hacer cosas, a eso de las doce y media del medio día, cargadas de carpetas y
papeles que acabábamos de imprimir, más de las tantas historias que ella
escribía para ti. Nos paramos ante el semáforo en rojo, viendo a los niños
correr hasta el cruce, seguidos de sus madres, que habitualmente se quedaban a
charrar en la puerta del colegio. Pensé rápidamente:
-
Vamos a ver a Luna
La abuela me miró pensativa, indecisa.
-
Ahora está en el comedor –frunció el ceño
levemente – no podemos verla.
-
Todavía no han ido a comer, lo harán dentro de
media hora. – avancé hacia la calle, puesto que el semáforo estaba en verde –
debe de estar en el patio aún.
-
Entonces vamos.
Decididas a verte, nos agachamos frente a la puerta de tu
recreo. Agarradas a los barrotes gritamos tu nombre, y tu acudiste con los
brazos abiertos, ansiosa por abrazarnos. Tu euforia se desvaneció repentinamente
al verse frustrado tu intento por colar los brazos entre los huecos de la verja
a causa del grosor de tu abrigo y las varias capas de ropa que llevabas debajo,
todas ellas sucias de tierra. Tenías la nariz llena de mocos y tu labio
inferior estaba rodeado de heridas que lamías para tratar de aliviar el
escozor. Se me hizo un nudo en el estómago de solo pensar que si quería verte
de vez en cuando, ese era el precio a pagar: verte sucia, desnutrida, aburrida
y sola en el patio del recreo, tras la valla que nos separaba como si fuera una
película, como si fueras el niño con el pijama de rallas.
Después de ese día intentamos contactar con tu madre para
que nos dejara verte, pero no daba su brazo a torcer. Tras las innumerables
discusiones, tras muchas maneras distintas de pedirle que nos concediera la
oportunidad de estar contigo, ella no escuchaba nuestras peticiones. La abuela
se cansó, Luna, y decidió hacer las cosas por las malas. Rebajarse al nivel de
quien te hace daño no es el modo más adecuado de actuar, pero nosotros te
necesitábamos, era éste un sentimiento recíproco que se veía reprimido por el
orgullo de quienes tenían potestad sobre ti.
La palabra “juicio” pareció calmar la soberbia con la que mi hermana
actuaba, así que un sábado por la mañana a las diez, mientras yo dormía, te
subiste sobre mí gritando:
-
¡Tieta, despierta, estoy aquí!
Hace ya meses que no he vuelto a verte, desde aquel día,
salvando algunos minutos que me han concedido tus padres para darte un abrazo.
Se acerca el buen tiempo, y en esta primavera anticipada, las tardes en el
parque padre Querbes mojando los pies en los riachuelos que corren entre las
dunas de hierba, no van a ser protagonistas de nuestras historias. Llegará el
verano y te irás de vacaciones, como siempre te mantendrán alejada de nosotros,
hasta que consigas olvidarnos por completo, lo cual parece imposible, por
ahora. Echarte de menos irá convirtiéndose paulatinamente en un estado de ánimo
corriente, algo tan cotidiano como respirar.
Estoy hablando de ti, y una lágrima tímida resbala por mi
mejilla. Hasta esto me hace recordarte, el hecho de que no estés ahora a mi
lado secando mi cara mojada, mirándome con gesto inocente, dolida, como si
sintieras mi pesar. Que tu voz no susurre a mi oído “No yoyes, tieta” con tu
pobre intento de vocalizar bien, y ese catalán tan gracioso con el que solías
hablar de vez en cuando. Claro que si tú estuvieras aquí, esto que escribo
carecería de sentido; tanto, que ni siquiera lo diría. Aún ahora, más cerca de
mis dieciocho que de los diecisiete, más madura que nunca tras tantas lecciones
aprendidas en tan breve lapso de tiempo, después de cinco meses conviviendo con
tu notoria ausencia, sigo sin creer que te hayas ido para no volver, que mis
manos no envuelvan las tuyas, o que tus dedos no se apoyen ya sobre los míos
enseñando la manera en la que te he pintado las uñas. Es cierto que todos hemos
conseguido aparentemente correr un tupido velo sobre este dolor tan profundo
que es extrañarte, que sonreímos como si no hubiera pasado nunca nada, incluso
fingiendo que nunca exististe, aunque algunas de tus permanencias siguen aún en
mi habitación. Pero lo que nunca será cierto, Luna, es que no te quisimos, pues
de la vida hiciste en sí un hermoso milagro cuando tu llegada unió de nuevo a
una familia que ahora se disgrega, como si tal cosa nunca hubiera sido. Ahora, sin ti, solo queda este silencio, tras
esta novena sinfonía de Beethoven que ahora ya no entonas tú, sino la radio.
jueves, 7 de junio de 2012
Cause Baby you can find me where the sea meets the land.
Cause baby you can look for me where the sun reaches the stones.
Yes, that's the truth, I'll be lonely, in my own world, breathing for some peace.
If you want, you can sit down with me and, pay attention, hear the waves danzing with the breaking down.
Cause baby that's my dream, cause boy, that's my life, my philosophy.
All what I want is... feel the world down my skin, and the sky above my head. Just kiss me one more time, like if beyond us, people doesn't exist.
You asked me what's my dream, what I want. I said you; is that.
Cause baby you can look for me where the sun reaches the stones.
Yes, that's the truth, I'll be lonely, in my own world, breathing for some peace.
If you want, you can sit down with me and, pay attention, hear the waves danzing with the breaking down.
Cause baby that's my dream, cause boy, that's my life, my philosophy.
All what I want is... feel the world down my skin, and the sky above my head. Just kiss me one more time, like if beyond us, people doesn't exist.
You asked me what's my dream, what I want. I said you; is that.
jueves, 17 de mayo de 2012
Dicen, poeta.
Dicen que eres poeta
de noches en vela.
Dicen que eres poeta
de la soledad,
de penumbras matutinas
y oscuridad.
Dicen que cabalgas
sobre tus letras,
dicen que eres jinete
de tus versos,
que dejaron huella
tras tu cuerpo.
Dicen que buscas
tu propia verdad,
un ancla que te salve
de la realidad.
Dicen que piensas
en héroes y damas,
que inventas cuentos
de elfos y hadas.
Dicen que eres feliz
en tu fantasía,
llévame contigo;
a tu lado viviría.
de noches en vela.
Dicen que eres poeta
de la soledad,
de penumbras matutinas
y oscuridad.
Dicen que cabalgas
sobre tus letras,
dicen que eres jinete
de tus versos,
que dejaron huella
tras tu cuerpo.
Dicen que buscas
tu propia verdad,
un ancla que te salve
de la realidad.
Dicen que piensas
en héroes y damas,
que inventas cuentos
de elfos y hadas.
Dicen que eres feliz
en tu fantasía,
llévame contigo;
a tu lado viviría.
domingo, 11 de marzo de 2012
jueves, 23 de febrero de 2012
Desde que en su pequeño metro cuadrado, entre tanta gente, vi su mirada buscando mi cara, como en la canción de la oreja de van gogh... Desde que en su risa se escondía un reflejo de cariño, gusto, amor o lo que quisiera ser...Desde que sus manos exploraron expertas los poros de mi piel... Desde que sus labios besaron los míos con entusiasmo, una y otra vez, y me colmaron de gloria y placer... Desde que cada palabra que salía de su boca, perfecta y cuidada, impactaba contra mi pecho como un pedacito de cielo... Desde entonces supe que sus buenos días iban a despertarme cada mañana, y sonreí tanto que las comisuras de mi boca rozaron el infinito.
miércoles, 22 de febrero de 2012
martes, 21 de febrero de 2012
Mostraré a los demás
algo inspirado en ti,
que tu puedas recordar
y yo sepa escribir.
Será una única verdad,
la de mis pensamientos,
aquella que te agradará,
que evocará tus sentimientos.
Dame más de tus besos
para que me alimenten
que nazcan de ellos versos,
palabras que te contenten.
Llévame al rincón de tu amor,
que surja melodía
del encanto de tu dulce voz
con el despertar de cada día.
Elévame, no al cielo, sino a tu mundo
Pintaste el rojo de mis labios
con el fuego de tu mirada
no dejabas de miraros
y yo estaba encantada.
Dormías en mi pecho apoyado,
acariciaba yo tu espalda
mirándote sin poder evitarlo,
y mi corazón se aceleraba.
Las horas de la noche escapaban
mas no quería irme de tu lado
tu cuerpo sobre el mío descansaba
el tiempo al fin se había parado.
lunes, 20 de febrero de 2012
Para él
Palabras que hoy se van
con el viento,
ayer exhalabas en mi piel
entre tu aliento.
Olvídame si esta noche sin ti
me duermo,
no quieras de mi nada
si no te recuerdo.
lunes, 16 de enero de 2012
A veces he de mentir.
"Al final ha sido lo mejor " Trataba de contener las lágrimas que luchaban por hacerse un hueco entre sus pestañas, mojar sus párpados y mostrar la desnudez de sus sentimientos. En realidad esa era la única opción que ella había tenido, dejarle, si quería brindarle la oportunidad de ser feliz. Tuvo que mentirle, no había alternativa. Y aunque ahora él lo tenía todo, ella sentía bajo su satisfacción propia que lo dejaba a la merced del destino, sin poder hacer nada por luchar a su lado todas las batallas que les faltaban por librar; ya nunca lucharían codo con codo. Al mirarlo en el espejo, sintió que se encogía por un segundo su corazón. Quiso abrazarlo como había hecho otras veces, sonreír en sus brazos y ser felices, pero no debía volver atrás.
Echarle de menos era algo que sólo la preocupaba cuando estaba sola, puesto que en compañía, no cambiaría por nada del mundo los labios que le daban cobijo en las noches frías.
A pesar de tener que mentir a veces para salir adelante, sabe que lo logrará y que está en buenas manos, cuando son bálsamo para sus heridas, las manos que ahora la acarician.
Echarle de menos era algo que sólo la preocupaba cuando estaba sola, puesto que en compañía, no cambiaría por nada del mundo los labios que le daban cobijo en las noches frías.
A pesar de tener que mentir a veces para salir adelante, sabe que lo logrará y que está en buenas manos, cuando son bálsamo para sus heridas, las manos que ahora la acarician.
Por tener los ojos abiertos
cuando nos besamos,
perdóname.
Por no mirarte cuando reímos
y esconder la cara entre las manos,
perdóname.
Por recordar los momentos,
escasos, y sonreír,
perdóname.
Porque al acariciarte la mano
siento el cielo cercano
perdóname.
Perdóname, y entiéndeme,
que si cerrase los ojos
y me dejase llevar,
no sabría parar
de tus labios besar.
cuando nos besamos,
perdóname.
Por no mirarte cuando reímos
y esconder la cara entre las manos,
perdóname.
Por recordar los momentos,
escasos, y sonreír,
perdóname.
Porque al acariciarte la mano
siento el cielo cercano
perdóname.
Perdóname, y entiéndeme,
que si cerrase los ojos
y me dejase llevar,
no sabría parar
de tus labios besar.
Entre mis pestañas
se calma
la lágrima que derrama
el dolor del alma.
Pesan mis párpados
pero miro,
unos cuantos pasos
y estaré contigo.
La hermosura infinita
de tu boca
cuando la alegría invita
y tu mano me toca.
Tus dedos mi pelo
acarician
pareces sincero
cuando tus ojos me miran.
Es tarde y esta noche oscura
encierra en mí
la imprudencia, la locura
que me llevó a ti.
Infinitamente agradecida
a la casualidad,
pues al supurar mi herida,
trajo bálsamo que la hizo curar.
lunes, 9 de enero de 2012
Se va en un leve suspiro
cargado de aliento,
se va en un frágil respiro
un débil pensamiento.
Con la mirada perdida
espera paciente,
al fin decidida
a expresar lo que siente.
Mientras divisa a lo lejos
la sombra de un paso,
de sus pies el reflejo,
guarda el alma en su regazo.
Temerosa de rasgar
su delicado amor
con las ganas de volar,
calla sumisa su dolor.
Él la mira, y sonríe
sin darse cuenta
de que ya no vive
como antes, contenta.
domingo, 8 de enero de 2012
:$
Tengo miedo de que se me haya ido la lengua. Miedo de haber hablado demasiado alto, demasiado claro, o demasiado, sin más. Tenía que decírtelo; quería darte un beso. Agarrarte de las manos, sentir tu calor, que me saques otras tantas sonrisas sin pedirme permiso. Quiero que las horas parezcan minutos otra vez, mientras bromeamos y reímos bajo un cielo de invierno, en una tarde fría, con las mejillas encendidas y la piel fría. Quiero que parezca todo un sueño, como ayer, cuando rodeaste mi hombro con tu brazo, y caminamos uno al lado del otro, mientras contenía mis ganas de abrazarte y me conformaba con agarrarme a tu cintura. Repitamos otra vez, como si no hubiera habido una primera ocasión, y hagamos esta perfecta, a nuestra manera. Ábreme la puerta, déjame entrar, deja que quiera cuidar de ti, sin saber que eres tú quien vela por mí. Déjame que te regale mis días, mis noches, tardes enteras pegada a ti, sin dejar que durante un insignificante segundo dejen de estar en contacto tu piel y mi piel. Permíteme convertirte en el aire que respiro.
Algo perfecto#
Todas las canciones hoy hablan de ti, todas las huellas que dejo al caminar parecen esperar las tuyas detrás, como si estuvieras ahí, con las manos preparadas por si voy a caer. En tan sólo unas horas me has dado más de lo que esperaba recibir, más de lo que me dieron nunca. Tus palabras son música para mis oídos, reconozco tu olor en cualquier parte, me hace temblar, recordarte y desearte. Reconozco que a ratos olvido tu cara, supongo que prestaba más atención a tu manera de reír, a tus manos cuando me acariciaron, o a lo mucho que me hacías sonreír. Perfecto para mí, tal y como eres, y no puedo decir que me haya enamorado de ti, o que haya imaginado un futuro prometedor a tu lado, pero si puedo asegurarte que me gustaría intentarlo. He pensado demasiado en una negativa por tu parte, esa negativa que oí tantas veces antes, creyendo estar enamorada, y no era tan grande la pena, como la que siento ahora solo imaginando que pudieras decir tú lo mismo.
No me costó abrirme, ser yo misma cuando estaba contigo; bastó con que me miraras y preguntaras "¿eres feliz?". En la inmensidad de tus ojos vi un reflejo de mi sonrisa, y entendí que sí era feliz, porque todos mis pasos en esta vida me llevaron hasta ti.Tuve ganas de cogerte de la mano, apoyar mi cabeza en tu hombro, o incluso de besarte. Debí preguntarte cosas importantes que no supe que quería saber, hasta que me di cuenta de que quería saberlas. Si ahora tuviera que pedir un deseo, tan sólo uno, quisiera que hubiera otra vez, para aprovechar el tiempo y conseguir que quisieras más de mi.
No me costó abrirme, ser yo misma cuando estaba contigo; bastó con que me miraras y preguntaras "¿eres feliz?". En la inmensidad de tus ojos vi un reflejo de mi sonrisa, y entendí que sí era feliz, porque todos mis pasos en esta vida me llevaron hasta ti.Tuve ganas de cogerte de la mano, apoyar mi cabeza en tu hombro, o incluso de besarte. Debí preguntarte cosas importantes que no supe que quería saber, hasta que me di cuenta de que quería saberlas. Si ahora tuviera que pedir un deseo, tan sólo uno, quisiera que hubiera otra vez, para aprovechar el tiempo y conseguir que quisieras más de mi.
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