domingo, 22 de diciembre de 2013

Bombón de chocolate.



Al despertar confusa, ligeramente desorientada en un lugar que, pese a conocerlo, no era su casa, sobre aquel sofá ajeno y el calor de una manta de otro dueño, bostezó. Desvió ligeramente la mirada, como temerosa de no encontrarse únicamente con el silencio sino haber de cruzar también una sonrisa atascada, mas se encontró con sus ojos cerrados, su boca sellada, se vio allí apalancada, escuchando su lenta respiración, tranquila, pausada. Quiso sentarse en el suelo frío frente a él para observarle unos minutos antes de marchar, mientras dormía. Mas el eco de unas palabras lejanas que dictaban "si le mirases mientras duerme, habrías sucumbido al amor" la hizo retroceder. Sonrió sin poder evitarlo, alargando los dedos hacia su pelo, para enredarlos en las rastas que colgaban, finas cual diámetro de un macarrón, de su cabeza. Descansaba como un niño, tan tranquilo que no lo quiso despertar. Sólo el temor a decidirse por buscar un hueco tras su largo cuerpo huesudo, para abrazarse a su piel chocolate unos minutos más, la despertó del ensueño. Sabía lo molesto que le resultaba despertar y ya no encontrarla ahí sin haber oído de sus labios una previa despedida, por lo que se agachó al tiempo que, sentada en el sofá, se calzaba para marcharse, y susurró despacio, en un murmullo tan poco tangible como las pisadas de una hormiga "Buenos días, bombón de chocolate". Él no despertó, seguía inmerso en su mundo onírico, aquel al que ella misma quería acceder, sin saber si quiera por qué, quizá para velar por la seguridad de sus fantasías. Terminó de vestirse y se fue, cerrando la puerta cuidadosamente tras su paso, con las ganas en las manos de retroceder y olvidar el trabajo, el sol que amanecía, los muchos quehaceres que tenía. Al fin y al cabo, ¿qué eran unas horas más, solo unas horas de nada, de toda una vida? No obstante pensó con racionalidad y siguió su camino adelante, hacia aquello a lo que no quería avanzar si suponía perder aquella compañía. No sabía qué tenía que le hiciera tan especial, hasta el punto de llegar a sentarse durante horas frente al cristal y que cualquier canción le recordase a él, imaginarlo en la más liviana penumbra esperando poder tocar su cuerpo una vez más, como si aquello fuera su drogadicción. Nadie lo había dicho todavía pero ella sentía, muy a su pesar, que cuanto más se acercara a sus labios, a su piel, cuanto más inmersa se encontrase en su profunda mirada, en aquellos ojos avellana… más lejano estaría de ella, por mucho que sus cuerpos jamás dejaran de tocarse. Era un riesgo que debía y quería correr para conocer el final de la historia, era un juego que había aceptado desde el principio, y al que incluso había aprendido a jugar. El sol la despertó de pronto al abandonar aquel portal, de camino hacia el añoro que la invadiría de nuevo al recordar la última noche en los brazos de aquel hombre que por alguna incognoscible razón despertaba todos sus sentidos, en cualquier situación. La única pista con la que contaba para averiguar qué se cocía en su propio interior era aquel “se te iluminan los ojos cuando le ves” que de vez en cuando dejaba caer algún amigo conocedor de la historia que escribía a solas en una hoja de papel, como una triste sonata de piano.





“Mas seguramente no estemos hechos el uno para el otro y quizá, quién sabe, el día de mañana nos encontremos de nuevo y esta absurda pasión vuelva a destrozar todo lo que construimos en nuestra búsqueda de la felicidad. Pero entonces, si no estamos hechos el uno para el otro ¿por qué volvemos siempre a nosotros? ¿Por qué sucumbimos a la caricia suave de la noche, al diáfano romance que compone nuestra banda sonora vital cada día? Dime, ¿qué futuro nos depara? si es que tal cosa hay para ambos dos, concibiéndonos en un todo. ¿Perdemos, acaso, el tiempo? Si ni tu un Romeo ni yo una Julieta, si nos sobra amor pero nos falta valentía, si nadie cree en nosotros, y a ti las ganas de volver a creer en el amor te han abandonado… ¿Qué pretenden nuestros cuerpos, qué reclaman nuestros corazones, cuando nos unimos al eterno manto celeste en la oscuridad, para colgar de él astros que velen nuestra felicidad?”


Mis pensamientos más oscuros han venido esta noche para decirte que no escaparás fácilmente, pues voy a perseguirte hasta que no puedas más, hasta que pienses tanto en mí, tan permanentemente, que no logres sacarme de tu mente. Voy a ser tu espía, tu guía a la vez, voy a ser la pesadilla que luego querrás tener. No voy a llevarte a las estrellas, pero te atraparé entre mis piernas y aunque no quieras serás una presa fácil de retener. Seré tu mejor depredador, tu enemiga y tu escudo a su vez; voy a torturarte y a protegerte, a enseñarte que no puedes irte y no volver. Niégalo si quieres, di que seré fácil de olvidar; pero recuerda lo que te digo: un día me vendrás tú a buscar. Soy aquello que deseas con tantas ganas, mi saliva, mi voz, mis ganas de follar y no parar, ni siquiera cuando te diga que voy a explotar. En cada cigarro que se consume entre tus labios están marcadas las yemas de mis dedos, en cada latido de tu ardiente corazón mi deseo. Los dos lo queremos, tú eres aire y yo soy fuego; eternos los dos, sin principios ni ganas de un final, las dos caras de una moneda en la que salga lo que salga, ambos vamos a ganar. ¿tienes ganas? ven aquí, te haré cosas que no vas a olvidar. 


Cinco meses más tarde regresas con más fuerza y palabras que parece que me afectan y hoy...
Hoy parece que no queda esperanza para mí, que estoy vacía, que la vida no me alcanza para vivir. Hoy siento que todas las nubes negras de este mundo se han parado frente a mi y me han escupido lluvia en la cara, dejándome empapada. Es cierto que fueron muchos momentos, buenos y malos, pero también lo es que ninguno sirvió para nada porque no aprendiste la lección. Ama a quien te ama, o te arrepentirás después cuando se vaya. Había pasado tanto tiempo desde la última de nuestras noches eternas, seguidas de aquellas mañanas cansadas, de las sonrisas drogadas que después de ti no dejaban paso a nada. Había olvidado por completo lo destructivo que eres, siempre pisando fuerte a quien te quiere. Aunque esta vez no fue peor, sí fue distinto. Casi prefería que me hundieras en la miseria cuando después de el sexo me decías que no me querías, que solo era especial, pero que había muchas más. Aquello me dolía, pero era soportable. Ahora sin embargo no vuelves a repetirlo y no se qué siento. No quiero verte, y se que la única manera de no encontrarte es buscándote entre las calles mojadas. No apareces; al menos tengo esa batalla ganada. Se están rompiendo las ventanas y entra aire frío, aire del que por una vez no quiero que me cubras, frío que hoy no quiero que me apacigües. Se va tu dignidad entre las rendijas del conducto de ventilación, con todas aquellas chicas a las que les vendiste falso amor. Me quedo entre tus sábanas, descanso sobre tu cama, cerrando los ojos en tu almohada. Me olvido de que existes, de aquel momento en que peleamos por la sábana, dormido te enfadas y te das media vuelta, lejos de mi espalda. No queda nada de aquellas noches que me arrastré atontada por el sueño para recuperar tus ganas, tus abrazos al dormir, esas manos apretando fuerte las mías. No queda nada de todo aquello que no te merecías, y que supe recuperar con toda dignidad. Se que la única manera de aclarar este desajuste que has montado en mi cabeza implica verte de nuevo y escuchar a mi corazón y mi conciencia cuando nuestros ojos se crucen. Se que serán tus palabras las que me digan si queda algo de lo que un día sentí, o si realmente he llegado a odiarte sin motivo alguno. Sin embargo no quiero encontrarme contigo, no se si quiero aclararme o si prefiero seguir con esta incertidumbre de no saber a qué sentimiento se corresponde mi estado de ánimo. Voy a tener que verte, aunque no salga a tu encuentro. Lo mejor será mentalizarme.

miércoles, 3 de julio de 2013

Amor de Coruña ~

Ya no se ve el mar por donde mira
de Coruña, es ya tierra perdida.
Las lágrimas en los ojos recuerda
de quien quedó allá con pena
mas permanece la promesa 
de pronto volver a verla.
Triste pena que espera a la jóven viajera.
El cálido recuerdo de la fria ciudad
de la playa por la cual salieron a pasear.
Añora sus manos tendidas a sus brazos
el caluroso regozijo que halló en su regazo.
La vista que posaba sobre si,
mientras dormía entonces feliz,
volver a surcar la mirada
de aquella sonrisa enamorada.
La voz que la dormía en cama
cuando afuera reinaba la calma.
Rompe a pedazos el paisaje marrón
pues verdes jardines robaron su corazón. 






 




jueves, 30 de mayo de 2013

Los escombros de mi habitación

Una tormenta ha barrido este lugar, lo ha dejado patas arriba. Hay desorden y caos, es imposible encontrar un punto de partida y empezar a reordenar. Miro a cada lado y no encuentro un hilo del que tirar para que todo vuelva poco a poco a la normalidad, como si un telón estuviera cubriendo lo que antes descubrían mis ojos para engañarme con este espejismo raro que juega con mi equilibrio emocional. Espero callada en la puerta, apoyandome en las jambas con las manos. Silencio y paz, cerrar los ojos, respirar hondo, volver a trazar una línea que dibuje lo que solía ser y que ya no es. Detrás de mi alguien canta, pero yo se que estoy sola, algo acaricia mi espalda con sutileza, como una cortina de seda lo noto posándose sobre mi hombro... Es el recuerdo de tu voz, del tintineo estridente de tus cuerdas vocales, tan desquiciantes como tu mirada, tan agresivas como tus manos agarrando férreamente el puñal que clavabas. Antes de que pueda darme cuenta, estoy sangrando de nuevo, pues los puntos de mi herida se han soltado como botones de una camisa sometida a fuerzas opuestas que tiran de ella en direcciones contrarias. Sin embargo no grito porque despertaría mis demonios internos, y aunque me cuesta, prefiero seguir guiándome por el buen camino, con la infinita esperanza de que algún día todo acabará. Ofréceme tus brazos cual suave manto de ternura que recueste en sus cabidades un cuerpo inherte que perdió la alegría tiempo atrás, calma de mis temores el más pequeño y deja el más grande con el fin de que pueda aprender algo de él. Sólo aparta de mi alrededor lo que me distraiga, quiero cerrar los ojos en tu pecho, apoyarme en tu cuerpo, que tus piernas me rodeen y volver a sentir que en este mundo cruel y despiadado yo también tengo un hogar. Mañana... mañana ya barreré el polvo del frío suelo, limpiaré las cortinas para que dejen paso al sol, pondré en orden las butacas, las camas, las mesas... arreglaré la decoración. Sólo necesito descansar en tu eterna dulzura una noche más, y despertar pensando que puedo superar cada bache. No te alejes, aunque mis labios griten "vete", ¿a caso no ves que mis manos intentan agarrarte?. No abandones este lugar, que sin ti vacío de esperanza queda, pues eres la única persona en quien reposa mi confianza, pues en ti reposa mi calma. Y mañana... ¿qué será de mañana? cuando ya no estés... barreré los escombros de mi habitación.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Billete de ida sin retorno, subirme en un tren hacia " no se dónde" para encontrar en algún remoto lugar "no se qué" pero distinto a lo que tengo aquí. Lejos, sin una carta de despedida, sin decir nada a nadie; como una suicida. Huír de mis problemas, efectivamente. Piensa si quieres que soy una cobarde pero la realidad es que tú no me apoyaste, y al no encontrar apoyo tuve que encontrar mi paz en otro lugar en el que al final respirar ya no me causaba dolor. Quizá nunca has tenido esas ganas de estallar como las que yo siento en estos dias tan grises, en los que el tiempo acompaña al estado emocional, quizá casualmente, o puede que augurando mis tormentas venideras. Si lo has tenido, está fuera de mi comprensión el hecho de que no me entiendas ahora; si no lo tuviste no te culpo, nadie nace aprendido. Es curioso que creyendo haber encontrado un lugar en el que podía reposar, me di cuenta no después de mucho tiempo de que era un escenario, y que al caer éste no había restos del cariño que ensayaste, no hallé más gestos de comprensión, el amor se había quedado atrás entre todos los que un día dijeron "estoy aquí para todo, pase lo que pase". Ahora me gustaría reprocharos vuestra falta de tiempo, de ganas, vuestros muchos problemas que os han absorvido. Se que no fui perfecta pero siempre que supe hacerlo bien estuve al lado de mis "amigos", y apoye a cada una de las personas que me importaban de cada una de las maneras que guardaba en mi manga como ases, para que nunca sintieran esta soledad que ahora me está matando. ¿te importa, acaso, si estoy llorando mientras escribo? ¿Sabes quién soy, qué necesito, cómo me siento? No tienes ni idea, ¿verdad?. Ahora sabrás que jamás te preocupaste por mi del modo en que intenté preocuparme yo por ti. ¿y vosotros os hacéis llamar amigos? No... creo que os habéis sobrevalorado. De todos modos gracias por este tiempo juntos, por las risas, las discusiones y sus correspondientes reconciliaciones. Lo siento si soy demasiado exigente, simplemente creo que es lógico que si a mi no me costaría dar mi vida por vosotros, a vosotros no debería costaros estar ahí cuando os necesito, y no sólo cuando hace sol en la ventana de mis días. No os culpo, no os guardo rencor... sólo os anuncio que me voy. 

viernes, 3 de mayo de 2013

Il ne promet tout.

Mas seguramente no estemos hechos el uno para el otro y quizá, quién sabe, el día de mañana nos encontremos de nuevo y esta absurda pasión vuelva a destrozar todo lo que construimos en nuestra búsqueda de la felicidad. Pero entonces, si no estamos hechos el uno para el otro ¿por qué volvemos siempre a nosotros? ¿Por que sucumbimos a la caricia suave de la noche, al diáfano romance que compone nuestra banda sonora vital cada día? Dime, ¿qué futuro nos depara? si es que tal cosa hay para ambos dos, concibiéndonos en un todo. ¿Perdemos, acaso, el tiempo? Si ni tu un Romeo ni yo una Julieta, si nos sobra amor pero nos falta valentía, si nadie cree en nosotros, y a ti las ganas de encontrar a esa persona especial te han abandonado? ¿Qué pretenden nuestros cuerpos, qué reclaman nuestros corazones, cuando nos unimos al eterno manto celeste en la oscuridad, para colgar de él astros que velen nuestra felicidad?

lunes, 18 de marzo de 2013

Domingo

Cayó, rompiendo en un estallido, una taza al suelo. Un grito rompedor revotaba en las paredes mientras dicha taza daba vueltas hasta parar, como impulsada por el mismo ruido de aquella garganta, y descansar sobre el frío suelo. Resvaló una lágrima por aquellas gastadas mejillas, y un cúmulo de piernas se movieron rápidamente en busca de una respuesta en el lugar donde había ocurrido lo inesperado. Ella estalló, como con las piernas temblando, como con el alma colgando de sus pies, intentando huír de su cuerpecito diminuto que había sufrido ya tantas primaveras. Parecía que le tocaba levantar ya cabeza y dejar atrás los problemas, creíamos todos que iba a poder, por una vez, mirar hacia adelante y sonreír con las más sinceras ganas hasta el momento. Pero en cambio, casi llegada la primavera al final de un invierno que no quería terminar su período, de nuevo una tormenta emocional se cernió sobre la pobre mujer que tanto había luchado por dar lo mejor a sus hijos, para que todos fueran algo en esta vida podrida que no deja uno vivo. La abracé con todo el cariño que pude y comprendí que no podía quedarme de brazos cruzados, ni siquiera secándole simplemente las lágrimas. Horas más tarde seguía dando vueltas por la calle, sola y a la intemperie de una lluvia que no me perdonaba, y me mojaba, como intentando hacer la melodía de una canción que hiciera compañía a mi estado de ánimo. Al tiempo que caminaba mirando a cualquier parte y a ningun sitio, grité al cielo en silencio, miré a lo alto y suspirando rogué encontrarla. Ella era la causa de tal grande dolor, ella es hoy la causa de lo que escribo a prisa y corriendo. Una chavalita que, con solo catorce inviernos a sus espaldas, había decidido abandonar su vida a la suerte de sustancias que la atontaban, solamente porque le parecía divertido, mientras su familia, la que le quedaba, la que estaba por ella, se deshacía en pedazos, y gastaba la suela de los zapatos buscándola durante horas por toda una solitaria ciudad en la cual nadie quería pasear cuando las nubes coronaban el cielo. Parecía que ella no entendía, parecía que mamá no sabía como decírselo en un idioma que ella pudiera entender. Parecía que el egoísmo la había llevado a tal extremo, que lo único que le importaba era verse bonita cada día en el espejo, con cantidades excesivas de maquillaje, con ropas no apropiadas, con un perfil falsamente moldeado a su concepto de "guapa". Entonces grité yo también, mordiéndome los labios para no ser oída, mientras lágrimas o lluvia, o quizá ambas, corrían por mis sonrojadas mejillas. Un cigarrillo tras otro para paliar el estrés, la ansiedad, el dolor. Como si en aquella nicotina que tiempo atrás empezó a acompañarme fuera a darme una respuesta a lo que estaba sucediendo. Pero nadie podía dármela, porque ni siquiera ella sabía qué estaba haciendo, algo de lo cual no me sorprendo, pues solo es una niña todavía. Cierto que la vida le hizo daño, que quizá el Dios al que rezo fue injusto con ella; pero también con los demás, quienes seguimos a pie de cañón, intentando corregir nuestros errores. Tiemblo cuando pienso que soy la única esperanza de todas las hermanas, tiemblo porque creo que fácilmente podría aún decepcionarla yo también. Y entre estos mensajes de "no le falles" busco una salida a todo este dolor, algo que me diga que todo saldrá bien. Pero me miento a mi misma y lo se, con lo cual no puedo mentirme, pero si a los demás. De nuevo sonrío a quien esté a mi alrededor, mientras por dentro muerdo mi corazón para que no llore, porque quizá esta es la manera de ser fuertes. Cogí su camiseta con fuerza, para no tener que salir corriendo detrás de ella por una calle mojada que iba a tirarme patosamente al suelo. La subí al coche, callé. Ante una de sus estupideces grite "¡¿es que no sabes abrocharte un puto cinturón?!" Pero de improvisto una mano agarró mis dedos, y al girarme sus ojos me calmaron, junto a un susurro que decía algo así como "tranquila". Entonces aprendí que si alguien te dice "llámame si me necesitas" debes llamar, porque solo así sabes quien está ahí de verdad. Con paso lento Dios sabe por qué, y cuánto había consumido esa criatura para estar en ese estado, de ojos entrecerrados y labios cerrados, con lo soberbia que ella es. 
Poco a poco mamá se consumía, con cada uno de esos gestos, con cada respuesta mal dada. 
Pero la puerta estaba abierta, y las ganas de retener a quien no quería permanecer a nuestro lado eran más bien nulas. Y con un gran peso en el alma, y el corazón en la mano, callamos mientras se iba en busca de su nueva vida, aquella que tanto perseguía, aquella que creía que la llevaría a la gloria. Todos sus sueños deshechos, todas sus ganas de volar. El recuerdo de la niña que fue, la que creíamos que llegaría a ser. Aquella a la que nos comíamos todos con los ojos cuando era pequeña y aún tenía un buen corazón. La misma que decia "no llores" con voz de niña pequeña, en el regazo de mi madre.
Así es como supimos que la vida puede cambiar a las personas según lo que les da, pero está en cada uno elegir de quién quieres rodearte y cómo quieras luchar contra el dolor del pasado, para labrarte un buen futuro, o quizá simplemente, para no hacer daño a quien te dio la vida. 

sábado, 23 de febrero de 2013

Ahora no debería encontrar el momento
de decirte lo que siento tras tanto tiempo
sino en su día cuando te dejé marcharte
sin mirar atrás, ni volver para buscarte.
Fueron errores tontos que nadie entendió
el por qué tan repentino de nuestro adiós
hoy nos arrepentimos, después de mirarnos
porque quizá aquel día a nuestros labios
les faltó decir te quiero, les faltó ser sensatos
arriesgarse y luchar por mantener los lazos.
Pensé que debías saber que vivo a ras de suelo
desde que aquella noche me descolgué del cielo,
y es que me di cuenta de que te necesito
porque tú calmarías mi angustia, mis gritos.





lunes, 18 de febrero de 2013

La tuya es esa sonrisa que se escondía entre la gente, a pesar de que mis ojos la seguían inconscientemente, logrando no perderla de vista ni un segundo. La tuya es esa sonrisa que susurraba con una cruel ternura, la que se hacía grande cuando me mirabas.
Tus ojos son aquellos que intentaban adivinar lo que pasaba por mi mente, lo que latía en mi corazón. Tus ojos los que me miraban de noche, los que despacio se giraban para descubrirme ahí de pie y ver a tus labios decir "¿me estás esperando?".
Tú eres quien no entendías lo que yo callaba, y quien ponía letra a mis páginas en blanco. Tú eres otro más de los que me han ayudado a escribir, a llorar, a rabiar, a querer... Mejor, es cierto, pero aún así otro más. O eso quiero creer, temerosa de admitir lo que tanto me instaste a decir, en vano.
Voy a escribirte para olvidarme de ti, por si acaso decides no volver, porque se que eres hombre fuerte e imperturbable, y quizá nada de lo que vaya a hacer o decir te sirva hoy, o mañana.
Ojalá un día decidas volver a pensar en mi y con esos ojos que me miraba, con esa sonrisa que me hablaba, te gires para tenderme de nuevo la mano, y perdones mi error.
Ojalá, quizá... son palabras lejanas, pero nada es imposible. Me reitero en lo que respondí a esa pregunta que me hiciste mientras apoyaba la cabeza en una de las jambas de esa puerta, mientras te miraba sonrojada y me mordía el labio, "si, te espero".

domingo, 10 de febrero de 2013

El océano lejano se quedaba para mi limitada vista humana
tu olor se mezclaba con el de la brisa del mar salada
sentía que te perdía un poco más cuando te alejabas
y que las cosas que compartimos fueron muy escasas.
No sabía muy bien si te ibas tú o me iba yo misma
quizá en verdad nunca estuvimos, ni tu ni yo
y todo fue una fantasía que tracé a toda prisa
para no aceptar que no estabas, paliar el dolor.
Fuera como fuere, hoy ya no estabas si estuviste
fuera como fuere, la noche se hacía fría y triste.
Quería gritar tu nombre y hacerte regresar a mi lado
acariciar despacio tu piel con el dorso de la mano,
bailar desnudos bajo esa luna eterna en lo alto
que nos mirara celosa de que te amara yo tanto...
Clásica la música suena ahora en esta habitación
entre los recuerdos de tus brazos y tu respiración
las caricias de tus dedos en mi mejilla, tu adiós...
y me quedo a solas de nuevo con contrito corazón.
Lloran, mis ojos cerrados, lloran porque nunca fuiste
porque no eres y no serás lo que para mi tanto quise,
resbalan por los labios que besaste hasta extinguirse.
Mueren mis letras en el eco de tu voz, en tus espinas
mueren a solas las ganas que tenía de comerte la vida
supura tu aliento en mi nuca al abrir nuevas heridas
es tan tangible tu ausencia como lo fueron tus mentiras.




jueves, 7 de febrero de 2013

Si te crees que esto para mi es fácil estás equivocado. He pasado de no poder dejar de verte a que te hayan arrancado de mi vera en menos de dos segundos, los que parecen ahora eternos, pues me cuesta hasta respirar. Lo que más temo es verte de nuevo, saber que estás ahí y no poder tocarte, no poder acercarme siquiera a ti, fingir que te odio, que no eres nada para mi. Supongo que no lo entienden, pero siempre fui clara en ese aspecto: el cariño que te tuve sobrepasó las fronteras del éxito emocional que conquistaste con tus besos. Necesito un minuto de descanso entre tanta angustia, apartarme de estos brazos que me asfixian con tu imborrable recuerdo, del que no pueden desprenderse, pues me recuerdan tanto a ti... ¿cómo encajo este sentimiento que calla mi sonrisa cada día? ¿cómo ocultar estas ojeras que se forman en mis ojos, tras haber soñado de nuevo que te perdía? "ojalá se acabe el mundo" pienso a veces, porque tu olor inolvidable penetró en mis sentidos, en mi recuerdo, y hasta tu manera de hablar y tu dormida voz. Fuiste la viva imagen de mi odio personificado, eras todo lo contrario a lo que solía pedir. Pero apareciste y te clavaste en mi pecho cual daga ardiente para luego no querer salir. ¿volvería a ti? No, pues de tonta suficiente ya he pecado, mas no puedo negar el dolor que esconderían mis ojos si tuviera que apartar la mirada de los tuyos, el desgarro de mi voz cuando hablo en susurros de ti y pronuncio inaudible tu nombre, el temblor de estos dedos míos si tuviera que entrelazarlos para no extenderlos hacia tu encuentro.  No quiero conocer este dolor, no quiero alimentar mi desespero. Marcha de mis sueños, no vuelvas a tejerlos con tu memoria.

martes, 29 de enero de 2013


Creí en el ayer como creí en mi misma cuando la voz no me falló para hablarte, cuando los labios no me temblaron al besarte. Creí en un nosotros, pensaba que estaríamos juntos mucho tiempo y que al haber cumplido, por ejemplo, nuestro primer aniversario, miraríamos atrás y observaríamos todas las batallas que habríamos librado, los miedos que habríamos superado, los celos que habríamos conseguido ignorar gracias a una confianza infinita que nos habría salvado del abismo. Pero todo fueron palabras adornadas, verdades maquilladas que no querías descubrir, y que sin embargo, una vez lejos, no tardaste en dar a conocer ya libre de cualquier temor. Ahora esta noche me cubre bajo el frío manto de estrellas, y el vaho de este invierno que no perdona me acompaña en mi lúgubre paseo. Es tan tangible el eco de tu voz como lo fueron las sábanas en su día arrugadas entre mis dedos, los cuales arañaban con sigilo el colchón, apretaban contra mis uñas el recuerdo de tus labios, de tu piel, de tus ojos... Camino sola y asustada, entre lágrimas rotas que no dicen nada, con paso firme pero lento, y rumbo a nada. Camino quizá a buscarte entre la gente, pero no hay gente más allá de mi mirada congelada. Camino a encontrarte de repente, como por casualidad, para que me expiques por que aún sabiendo que todo fue una farsa sigo amándote, y tu sigues tan presente en estas cartas que jamás te llegaré a mandar. Construí este, mi sendero, por el que camino ahora sin hablar, con esas, tus palabras, las que hirieron tras tu marcha...
Un sollozo arañando mi garganta lucha por hacerme gritar, pero mis ganas de guerra se marcharon con tu partida, las llevaste en tu maleta por si acaso no querías regresar a un lugar donde yo te esperaba como lo hacía siempre al saber que ibas a venir. Me gustaría, créeme, ver tu paso lento acercarse a mi portal con las manos enfundadas en una chaqueta que no hacía por abrigarte de la gelidez de la madrugada, y regalarte una vez más el calor de mi abrazo para que entraras en casa, para abrazarte en mi sofá y besarnos hasta desgastar la saliva y los labios, el tiempo y el sueño, para olvidarnos nuevamente de lo demás. Cuánto añoran ahora mis mejillas tus caricias, y cuánto desean ahora mis brazos verse rodeados por los tuyos, en esos achuchones que me dabas cuando sin preguntarlo sabías que eran tuyos. Pienso, aquí y ahora "abrázame fuerte, y no me sueltes nunca", pienso esto porque no quise a ninguno como a ti, aunque tú creyeras lo contrario. Ojalá pudiera hacértelo saber, pero quizá sería inútil. Este dolor que me consume apagaré en la tinta de este bolígrafo que hoy se cansa de escribir sobre una herida tan sincera como la que no llegué a conocer antes de tí. 

martes, 15 de enero de 2013

Perdona por mi cariño y mi paciencia, por creer en ti cuando hubo que elegir, y por no querer cambiarte. Perdona por gustarme, por ser para mi el más guapo entre los más guapos. Te abres camino hacia un fondo que nadie supo ver, y te temo por ello, por el daño que puedas hacer al descubrir mi debilidad, por enamorarme poco a poco y al final irte sin mirar atrás.
Perdona si te busco de noche entre mis sábanas, si espero cada día una llamada o un mensaje, algo que demuestre lo que no es cierto, algo que diga "estoy pensando en ti".
Joder, te echo de menos, nunca de más cuando te tengo a mi lado, cuando me acaricias entre tus brazos y... Cuando encuentro la paz, en ti, la música que amansa la fiera que nace en mi. Supongo que te necesito, cuando quiero estar tranquila. Me paralizas, me das equilibrio, es algo que nadie consiguió en mi vida.

domingo, 13 de enero de 2013

Estabas ahí, en frente, y te movías con gracia para apagar la luz que a ambos nos incordiaba en un momento tan delicado y, si cabe decir, tan embarazoso al ser de los primeros. Reías cuando yo hablaba, un hecho que no sabría explicar, pues nada gracioso dije en ningún momento pero tú parecías divertirte cantidad. Riamos, entonces, incluso al recordar. Pues bien, te sentaste, o mejor dicho,descansaste tu largo cuerpo sobre el colchón, y empezaste a decir cosas que ahora no alcanzo a recordar. 
Creo que fue ese "ven, ven aquí" lo que hizo que me empezaras a gustar. Quizá, y esto ya lo verás, es una de mis palabras favoritas en todo mi vocabulario. Pues, quizá nunca llegue a verte como algo más que una forma bonita de pasar el rato, divertida, amena, de aprender. Aprender sobre ti, sobre mi, sobre las cosas de la vida, o, quizá, no aprender. Quizá algún día seas una de las personas más importantes que haya pasado por mi experiencia, quizá incluso te conviertas en un amor imposible, posible, probable, o irremediable. Quién sabe lo que pueda pasar. Centrémonos en el presente, porque... hoy estás aquí ¿verdad? A ratos, a  traspiés, ahora si, y ahora no, te veo una vez a la semana, o puede que dos... Pero estás, que es la cuestión. Así que si estás, disfrutemos el presente, que el pasado me pesa y el futuro me atormenta, eso dicen, aunque yo los veo como experiencia y meta, respectivamente. Lo más seguro hoy por hoy es que nunca lleguemos a pasear de la mano por las calles de esta ciudad medio muerta, con ganas de más, con ansia de crecer, que se estanca en los años cincuenta y no pasa del ayer. Es lo más seguro, pero no es lo seguro. Dejemos esa incógnita en el aire, para que los días de roce, que hace el cariño, decidan qué pasará, qué será de nosotros. No te asustes si lees esto. Soy una persona reflexiva, ya te dije que era inteligente, y ahora puedes entender por qué. Si estás repasando esta carta a conciencia verás que nunca puede llegarse a saber todo de una persona ni en su más exacta intimidad, porque esto ni te lo esperabas ¿no? Aquí estoy, donde ni siquiera se si me encontrarás, donde dudo que vengas a buscarme, escribiendo algo que salió de mi cabeza una mañana de domingo en la que no tenía nada más que hacer, a excepción de traducir mis textos de latín, estudiar historia, ducharme, pasear... o quién sabe que mil cosas más tengo anotadas en la agenda, pero no tengo nada más que hacer... A lo que iba, no te asustes, y menos si te dijera algún día amor, cielo, cariño, o todas esas cosas que podría llegar a pensar. Aunque, sinceramente, tienes un nombre precioso, por lo que no me vería en la necesidad de cambiarlo por cursiladas que quizá nunca casen con tu estilo. Perdóname, soy una cabeza loca, una despistada, y de nuevo me he ido de tema... No te asustes si lo hiciera, no te asustes si de pronto incluso te quisiera, porque hay maneras de querer, y hay maneras de pensar en una persona, no necesariamente amor, mas seguramente sería ese el modo en que lo hiciera, pero aún y con todo  no te asustes. 
Se que quizá jamás leerás esta carta, a menos que me atreva y te diga que existen unas cuantas líneas para ti, unas cuantas o quizá más, que no creo que nadie vaya a leer, dada su extensión. Tampoco es que me importe, esto es algo para mí, necesitaba decírtelo pero sin hablar, necesitaba creer que lo sabías, sin habértelo dado a conocer. Es una carta de amor, para alguien a quien quizá nunca llegue a amar. 
Quisiera agradecerte que estés ahí de este modo en el que nunca pensé que quisieras estar, siempre fuiste entre todos los demás mi "ojito derecho". No te rías, se que no lo entiendes, pero te lo voy a explicar. Te defendí a capa y espada, casi, cada vez que hubo que dudar, y no por quererte, sino porque confiaba en ti, aunque a lo mejor sea un error y no debiera hacerlo. No solía concederte el beneficio de la duda, sino el de "inocente hasta que se demuestre lo contrario" y eso que tu de inocente poco tienes. No se si para bien o para mal, hoy pienso sobre ti, sobre lo que hay más allá de tu delicada piel, de tus ojos oscuros y esa sonrisa de "qué más da". Espero algún día llegar a saber más de ti, desnudarte la piel y descubrir tu alma, pues la primera ya la conozco, y por ello quiero también agradecerte. Si me dejaras.... si me dieras un momento, te enseñaría lo que puede hacer un querer sincero, fuera de utilidad, de necesidad o de llegarte a cambiar. Creo que no me dejarás ser esa llave que te abra la puerta a la posible felicidad que quizá un día descubriste y a la que te obligaron a renunciar, pero si me dejaras... Descubriríamos qué podría pasar.

domingo, 6 de enero de 2013

Secretos a la luz de la tenue llama
prendida en el gas de un mechero
se consumen entre nuestros cuerpos
sin sentir cuánto te quiero.
Ni el tiempo ni las ganas de tenerte
presencia hicieron
ni el alma, ni el corazón, ni la piel,
temen si te perdieron.
Quedaron cicatrices como señas
de esta efímera e insana posesión
para recordarme que fuiste,
de pronto y sin avisar, obsesión.
Se va en el humo de tu cigarro
este cuerpo que grita en vano
y la inocencia que no tuve
hoy la regalo a tu piel bajo mi mano.
Por más tormento que me acuse
en esta noche gris y triste
jamás por ti lloraré, pues nunca te sentí,
y por eso nunca te fuiste.

miércoles, 2 de enero de 2013

Que prohibidos eran sus besos, sabías
y del veneno que sus labios contenían.
Pero aun así pequeña masoquista
aceptaste con un si rotundo
con una amplia y sincera sonrisa
y te alejaste en sus brazos del mundo.
Qué bien te supo su boca, en el pecado
qué dulce el amor que te brindaba
y sincero el calor que te daba su regazo.
Fue efímero durante horas el amor
basado en recuerdos, en preguntas,
qué tierno calmar con tus manos su dolor
dejando a un lado todas las dudas.
Su olor había cambiado, era nuevo
los dedos de sus manos agarrando,
jugando, con fuerza entre tu pelo,
era él, pecado que te estaba salvando.
El cuerpo te temblaba, puro nervio;
entre las suyas tus piernas delatadoras
no cesaban su movimiento, y en silencio
acariciabas su torso, a palabras rotas.