domingo, 16 de enero de 2011

Estallido

Un estallido. Mi felicidad estúpida y lánguida se ha resquebrajado. Gritos desgarradores salen apresurados de mi garganta. Se me nubla la visión, lágrimas presas huyen de mis ojos, alcanzando libertad. Mis oidos se han convertido en un agudo pitido que me impide escuchar nada que venga de fuera. La sangre arde en mis venas, siento enrojecer mi rostro. Pero no me callo. Sigo gritando más y más fuerte, porque ya no puedo parar. Temo por mí misma; un cúmulo de reproches quiere ser escupido por mis lavios. No lo retengo, y salpica. Frente a mí cinco extraños me miran, unos atónitos, otros divertidos y alguno que finge ignorarme. Y todo lo que pueda decirles parece no importarles. No son conscientes del daño que me hacen, y si lo son lo echan a un lado. Parece divertido contemplarme, gritando sin ser oida, intentando elevar más mi tono de voz. Pero sigo pasando desapercibida. Sigo siendo insginificante. Delante de mí no hay nada que pueda hacerme sentir bien. Necesito huir, dame paz. Devuéveme mi equilibrio, ayúdame a recuperar mi rincón de calma, a avivar el resquicio de mi felicidad.



A veces grito... Y nadie me oye. Quizá mis palabras puedan dejar constancia de que estoy aquí.

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